Al principio, parecía que quien no tenía un perfil en una red social, no era nadie. Luego, la red social que no enlazaba con otras redes y aplicaciones sociales, no era nadie. Y ahora, parece que el producto que no se vincula con las redes sociales, no es un buen producto. Paremos un momento.
Todo el mundo sabe dónde acceder y mediante qué acceder a una red social. Quien más quien menos tiene un ordenador, un móvil, o la forma de conectarse mediante la tecnología del vecino. Así que no creo necesario hacer social lo que no es de por si sociable ni hay necesidad de ello.
Primero fue la red; seguidamente los terminales móviles. En este sentido nada que decir; son herramientas que viven y conviven con, de y para la sociedad conectada.Pero ahora el objetivo es dotar otros productos de redes sociales, cuando su cometido es otro, y lo de las videoconsolas parece sólo el principio. Cometido tecnológico si, pero que poco tiene que ver con las redes sociales. Y el asunto parece que está cogiendo un ritmo tan innecesario como vertiginoso, e incluso invasivo. Es como si se intentase añadir valor a un producto mediante software, cuando el hardware y las posibilidades no han cambiado.
Si ya hay neveras que se conectan a internet, estas pueden también twittear cuando te has quedado sin yogures. El usuario se acaba de abrochar la zapatilla derecha. El espectador acaba de cambiar de canal; convéncele para que vuelva a nuestra cadena haciendo click aquí. El usuario acaba de levantarse; accede a su espejo haciendo click aquí y recomiéndale que se peine con nuestra gomina. Nuestras sábanas detectan que el usuario ronca. Si el usuario tuviera nuestra lavadora ahorraría un 20% de agua en cada lavado.
Si la capacidad de decidir qué actualizamos en las redes sociales es un derecho, deberíamos tener derecho a decidir en qué productos queremos redes sociales. De hecho, queramos o no, la implementación de las redes sociales a productos que no se nutren de estas o lo estamos pagando sin saberlo, o lo empezaremos a pagar dentro de muy poco tiempo. Y no estoy hablando de dinero precisamente.
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